Sacrificar la Antártida para salvar el capitalismo

Silvia Ribeiro*

La Antártida, el
casquete polar del hemisferio sur, se está derritiendo. Cada vez más rápido,
debido al caos climático provocado por el capitalismo industrial. Esto provoca
el aumento global del nivel del mar, que en el curso de un siglo podría
alcanzar tres metros, cubriendo países insulares e inundando ciudades costeras.
Esto y otras catástrofes en curso, debería causar que los gobiernos,
especialmente los del Norte global que son los principales culpables, tomaran
medidas claras y enérgicas que detuvieran las causas del
cambio climático. En lugar de ello, siguen surgiendo, como proyectos
científicos serios, las propuestas más descabelladas de geoingeniería:
manipular a gran escala los sistemas de la Tierra para solamente aliviar los
síntomas
 del cambio climático.

Para
supuestamente salvar ciudades como New York, Shangai, Tokyo o Calcutta, un
equipo de científicos del Instituto Postdam de investigación sobre el impacto climático,
financiado por el gobierno alemán, propuso el 18 de julio de este año un nuevo
mega proyecto de geoingeniería. Miles de cañones arrojarían desde el mar 74
billones de toneladas de nieve artificial sobre los glaciares Isla Pine y
Thwaites, en la Antártida occidental para ralentizar su derretimiento. Es un
territorio no reclamado por ningún país según  el Tratado Antártico,
vecino a la Antártida chilena y argentina. (https://tinyurl.com/yytsdno3)

Esos glaciares
están en la zona crítica de derretimiento del hielo, que en la Antártida se
debe principalmente al calentamiento del mar, que está derritiendo su base
submarina. No es un proceso lineal, sino que a cierto punto, el derretimiento
desencadena más vulnerabilidad y se acelera, algo que ya se está observando.

Para intentar
detener esto, la propuesta de este grupo de científicos es crear nieve
artificial en decenas de billones de toneladas, lanzarla con cañones que
alcancen arriba de 640 metros para superar la altura de los glaciares, y
depositarla a un ritmo de 10 metros anuales de nieve sobre una superficie de
52, 000 km2 (como toda Costa Rica o más del doble de El
Salvador), durante al menos 10 años. O más, si el cambio climático continúa. (https://tinyurl.com/yxhpas63)

La nieve
artificial se crearía con agua bombeada del océano, que primero habría que
desalinizar y lograr se mantuviera como nieve o hielo hasta que se integre a
los glaciares. Todo el proceso demandaría cantidades ingentes de energía, parte
de la cual proponen sea provista por 12,000 generadores eólicos en el mar, pero
reconocen que esto es sólo para hacer la nieve artificial y lanzarla. No
incluye la construcción de las instalaciones ni la demanda energética para
desalinizar, lo cual es esencial, ya que si se hiciera con agua salada, tendría
“serios efectos negativos en los flujos dinámicos de la capa de hielo”, ni de
otros procesos relacionados al proceso, todo en condiciones extremadamente
duras.   

La instalación
de la infraestructura de energía y cañones, tendría efectos devastadores en la
fauna. Los científicos que hacen la propuesta reconocen que conlleva enormes
impactos negativos sobre el ecosistema y especies marinas, de hecho lo refieren
como “sacrificar la Antártida” para salvar grandes ciudades.  

Reconocen además
grandes incertidumbres sobre otros posibles efectos, por ejemplo, no toman en
cuenta en el estudio el calentamiento adicional de la atmósfera si la
temperatura sigue aumentado, ni que al remover enormes masas de agua oceánica,
podrían alterar la circulación marina, y facilitar que entre más agua caliente
a la base del casquete polar, acelerando su derretimiento. Al igual que con las
demás propuestas de geoingeniería, podría acabar siendo peor que el problema
inicial. 

Es muy
preocupante que una institución reconocida como el Instituto Postdam se sume al
coro de los proponentes de la geoingeniería -que está bajo moratoria en el
Convenio de Diversidad Biológica­–, aún reconociendo que se trata de sacrificar
ecosistemas enteros y que los riesgos de fracaso e impactos colaterales son muy
graves. 

Según el
Instituto, lo hacen porque aún si se cumplieran las metas del Acuerdo de París
de mantener el aumento promedio de la temperatura a menos 2 grados,  la
Antártida seguirá derritiéndose y en 200 años Nueva York, Tokyo y otras
megalopolis desaparecerán. Plantean que entonces los gobiernos tienen que
pensar qué sacrificar.

Pero la pregunta
crucial es por qué ante tal gravedad no hacen propuestas igualmente dramáticas
para terminar con las causas y parar el cambio climático. Por ejemplo, si
el  10 por ciento más rico del planeta tuviera un nivel de vida como un
ciudadano europeo medio (muchísimo mayor que el promedio latinoamericano), la
emisión de gases de efecto invernadero global ¡bajaría 30 por ciento! (Kevin Anderson,Tyndall Centre)  

El principal
motor del cambio climático es el capitalismo industrial basado en combustibles
fósiles (petróleo, gas, carbón) y los únicos que se benefician son una absurda
minoría de países, empresas e individuos ricos. Las propuestas de geoingeniería
no son para salvar ciudades, son para salvar esos intereses.  Eso es lo
que hay que cambiar, no sacrificar a la Antártida o cualquier otra región.

Publicado en La Jornada, México, 19 de julio de 2019

* Investigadora del Grupo ETC